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La mirada del cine

KAJILLONAIRE de Miranda July (EEUU, 2019)

Robert, Theresa y su hija de 26 años, Old Dolio, son los Dynes, una familia extravagante de Los Ángeles. Cotidianamente intentan sacar ventaja a través de fraudes de poca monta, todos de logística excéntrica, extrayendo con ello pequeñas ganancias que a duras penas les alcanzan para sobrevivir. 

Para ello los vemos mover sus cuerpos de manera estrafalaria, agachándose, contorsionándose en maniobras gimnásticas extrañísimas, generando secuencias que bordean la comicidad, el ridículo, la angustia.

Aparentemente unidos en su miseria y marginados de la sociedad, estos tres personajes raros viven en una oficina abandonada, lindante a una fábrica de burbujas. Allí, por un extraño problema de filtraciones, se produce eventualmente una escena surrealista: una especie de lengua de espuma rosada y gigante irrumpe cayendo por la pared, poniendo en riesgo a diario sus poquitas pertenencias.

Entre ellos, una ausencia absoluta de signos de amor responde a un durísimo «no tender feelings«. Nada del orden del cuidado, del cariño ni de la protección circula en esta dinámica (o empresa) familiar tan rígida, desprovista de contacto, afecto y emoción.

Como corolario, en su relación impera una despiadada lógica equitativa: todo se reparte en partes iguales según una operación distributiva sin resto y, con ello, la categoría de regalo, como don de amor, se encuentra radicalmente abolida. Acaso son los Dynes una familia?

Old Dolio y la falta de engaño amoroso

Miranda July despliega en tonos melancólicos y surrealistas su particular mirada del mundo, un mundo en el que la estética twee, ingenua y bonita, se ve atravesada por un cuestionamiento profundo, por un vector de tensión desesperante que emerge del sufrimiento de su protagonista.

Y precisamente hacia allí se va concentrando el film, acompañando a Old Dolio en su dolorosa liberación.

Evan Rachel Wood interpreta con exquisita delicadeza el padecimiento errante de Old Dolio, inventando un lenguaje corporal que nos permite dimensionar el nebuloso desamparo en el que habita una chica que hasta ahora ha vivido desabonada del amor.

Asustadiza ante cualquier contacto, saturnina y frágil, con su voz artificialmente grave sin inflexiones, su atuendo neo-grunge y su extensa cortina de cabello, Old Dolio lleva el peso de su nombre sobre sus hombros. Un nombre que, sin el velo respetuoso del engaño amoroso, fue ciertamente asignado por un descarado y absurdo intento de obtener una ganancia. Su curioso nombre, un eterno testimonio del valor de utilidad directa que representa para sus padres.

Y ahí anda la pobre Old, con la pesadumbre de aquellos que sin brillo fálico han devenido un juguete anodino al servicio del Otro, de quien sólo reciben un uso instrumental. Busca y busca desesperadamente no decepcionar a sus padres sin conseguirlo, por más esfuerzos que haga u ocurrencias que tenga sobre timos intrincados que se expone a ejecutar. De aquellos, todo lo que recibe es a cambio de algo y en su alienación no cesa de trabajarles.

Su madre le resulta desesperante, indescifrable como Otro intocado por la falta, leída como un Otro del goce que deja todo el tiempo a su hija desposeída de su lugar. Un no lugar en el Otro que tampoco se ve apaciguado por la función paterna.

Pero, de repente, la llegada de la extrovertida Melanie viene a cambiar las cosas. Al modo de una epifanía, ese encuentro con lo femenino produce efectos conmovedores. Por un lado, le permite a Old Dolio preguntarse si es posible que sus padres nunca la hayan amado, y si no es ella apenas una pieza funcional en una maquinaria familiar que no la registra. Pero también junto a ella va descubriendo un modo de gozar que le es por entero singular y que la separa irremediablemente del bloque aplastante, indistinto e identificatorio que opera en el para todos familiar.

La directora nos invita a pensar el amor en todos los registros al ofrecernos con su exquisito despliegue visual, un relato bello y sensiblemente agudo.

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De Maria Sette

Psicóloga General Sanitaria. Psicoanalista.

María Sette es Psicóloga General Sanitaria con más de 18 años de experiencia en el ámbito de la Salud Mental.
Obtuvo su Licenciatura en Psicología en Argentina, continuando sus estudios de Máster en España.

Su trayectoria profesional se ha centrado en el trabajo psicoterapéutico con jóvenes y adultos, tanto en el ámbito público como en el sector privado, combinando una sólida formación académica con una profunda vocación y compromiso con el bienestar integral y el desarrollo personal de sus pacientes.

Habituada a trabajar en equipos interdisciplinarios, también se dedica a la investigación y formación continua, garantizando una atención individualizada que particulariza el tratamiento necesario para cada consulta.

A lo largo de su carrera, ha acompañado a numerosas personas en sus procesos de cambio y superación personal, abordando problemas como estados de ansiedad, estrés, fobias, procesos de duelo, depresión, dificultades vinculares, problemas sexuales, conflictos emocionales y crisis vitales.

Desde su enfoque terapéutico basado en el psicoanálisis, ofrece un recorrido de sesiones que apuntan a aliviar a las personas de su modo singular de sufrimiento, proponiendo la elaboración del malestar por la vía de la palabra y a través de una escucha analítica, neutral y cercana. De esta manera se apunta a transformar aquello que duele, lo que urge, lo difícil de soportar, en algo menos nocivo y llevadero, apelando a extraer de ello un saber que pueda convertirse en herramientas eficaces para una mejor calidad de vida.

Comprometida con el ofrecimiento de un espacio seguro y confidencial donde puedas exteriorizar y explorar tus emociones, conflictos, pensamientos y desafíos vitales, María te propone trabajar en alianza para que recuperes el bienestar y alcances una vida más plena y equilibrada.

Si deseas recibir atención psicológica especializada, ella está aquí para acompañarte.

CONSULTA PSICOLÓGICA:
- Psicoterapia individual y de pareja.
- Valoración, intervención psicológica, tratamiento y seguimiento de problemáticas como: estados de ansiedad, estrés, fobias, alteraciones del estado de ánimo, pérdidas significativas y procesos de duelo, depresión, dificultades en el entorno laboral y estudios, complicaciones en las relaciones interpersonales, problemas sexuales, conflictos emocionales, crisis vitales, trastornos de la imagen corporal y de la alimentación, conductas autodestructivas, adicciones, inhibiciones, dificultades en el control de los impulsos, efectos postraumáticos.
- Trabajo mancomunado con otros profesionales de la salud para una atención integral.

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